Analizando la historia de la evolución humana, vinculada a la agricultura, desde su inicio hasta nuestros días, y mirando hacia el futuro con vistas al futuro que nos espera, observamos una trayectoria fantástica que nos condiciona, como habitantes del planeta Tierra, a una interdependencia eterna que nos convierte simultáneamente en protagonistas y asistentes en esta épica. Pero esta historia aún está lejos del final y debemos reflexionar: ¿Cómo podemos mejorar, hasta dónde podemos ir, qué tan lejos podremos llegar?
El pensamiento antropocéntrico se refiere a la creencia de que las plantas, incluidas las verduras y los granos, siempre han existido con el único propósito de nutrir a la humanidad. En esta línea de razonamiento, también se podría pensar que los cultivos y las frutas consumidas se han mantenido sin cambios, con los mismos aspectos y características nutricionales, desde entonces.
Sin embargo, ya en la Edad de Piedra, entre los períodos Paleolítico y Neolítico, el hombre, en su proceso evolutivo, comenzó a domesticar y transformar cultivos y aprender a usarlos para su comida, adaptándolos a las necesidades humanas.
Un ejemplo de esta transformación es el maíz, que se estima que contribuye con el 20% o más de la nutrición humana. El maíz, como se produce hoy en día, tiene poco parecido con la “planta madre” o su ancestro silvestre, llamado teosinte, una hierba más similar al arroz. Mientras que el maíz requiere intervención humana, para separar los granos de la mazorca para su dispersión y reproducción, el teosinte libera los granos de forma natural. En otras palabras, hoy el maíz es una especie modificada por el hombre, en un proceso que comenzó hace más de 9 mil años. El hombre ha cambiado, la agricultura ha cambiado y seguirá cambiando.
Soluciones para mejorar la productividad y calidad de los cultivos y alimentar a una población en crecimiento dentro del marco de criterios de sostenibilidad
Uno de los aspectos indispensables para mantener la vida es la necesidad de energía, y los cultivos agrícolas han sido y seguirán siendo componentes fundamentales de la alimentación, que al igual que otras necesidades humanas ha ido cambiando en una evolución constante.
Durante millones de años, el hombre ha mejorado su dieta mediante el uso de frutas, verduras, cereales, carne y pescado. En general, el suministro de alimentos frescos y procesados depende, en mayor o menor medida, de los cultivos agrícolas. Desde el origen del hombre, y de cualquier ser vivo, ha habido comida. Hoy, como en el pasado, la alimentación es una necesidad fundamental para la vida y, a medida que el hombre evoluciona, su alimentación ha cambiado de acuerdo con los requerimientos nutricionales, el sabor y la calidad.
La relación entre la producción de cultivos es cada vez más directa con los requisitos de nutrición. Hace unos 60 millones de años, nuestros antepasados prehistóricos buscaban comida arbórea principalmente recolectando frutas y alimentos. Más tarde, en su proceso evolutivo, el hombre aprendió a alimentarse de animales, raíces y vegetales y, en consecuencia, amplió considerablemente las opciones de alimentación y, en consecuencia, las posibilidades de supervivencia. Sin embargo, hace solo unos 10.000 años, la raza humana comenzó la agricultura, en la antigua Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates, con el cultivo de las primeras raíces alimenticias y el primer trigo integral.
Se estima que, entonces, el hombre comenzó a domesticar culturas. A partir de esa fecha, especialmente durante los últimos 100 años, el desarrollo de nuevas técnicas agronómicas ha permitido un fuerte aumento de la productividad y la eficiencia en la producción de las principales especies agrícolas.
El uso de la mejora genética y las prácticas de manejo de plagas y enfermedades, la mecanización agrícola y la nutrición de las plantas han aumentado significativamente el potencial para el consumo humano, y las áreas dedicadas a la producción de cereales aumentaron a más de 13 personas / hectárea alimentadas por año. Los avances tecnológicos relacionados con la agricultura han permitido superar la demanda de alimentos de la humanidad. En el futuro continuaremos descubriendo e implementando soluciones para mejorar la productividad y alimentar a una población en crecimiento dentro del marco de criterios de sostenibilidad y preservación del medio ambiente.
Por lo tanto, si nuestra visión de la agricultura y el conocimiento compartido en las páginas de este articulo contribuyen de alguna manera al desarrollo y uso de tecnologías y productos para una agricultura más sostenible, que permita mejorar el suministro y la calidad de los alimentos para la humanidad, podemos sentirnos orgullosos y participes de la creación de un mundo mejor.
Supersemillas: La base para lograr una mayor adaptabilidad y productividad
Una pregunta obvia: ¿por qué comenzamos abordando el tema de las semillas? La respuesta es muy simple. Sin semillas no hay agricultura como la conocemos hoy. Podemos prescindir de otros componentes o tecnologías.